Hace ahora 80 años, casi 50 hermanos Maristas fueron traicionados y asesinados por los máximos dirigentes de la Generalidad de Cataluña. Otros tantos se libraron del ajusticiamiento por pura casualidad. Estos son los hechos que se describen en el libro "El preu de la traició" (El precio de la traición) del investigador Miquel Mir.
Transcurrían los primeros
días de octubre del año 1936. En aquel otoño las patrullas de la CNT-FAI de
Barcelona estaban en manos de un hombre sin escrúpulos, Aurelio Fernández,
secretario general de la Junta de Seguridad de la Generalitat.
(CNT, Confederación
Nacional del Trabajo / FAI, Federación Anarquista Ibérica).
Los Hermanos Maristas
desde Francia, alarmados por las noticias que llegaban sobre el asesinato de 37
hermanos de su orden en España, iniciaron gestiones con la Generalitat de Catalunya para conseguir la inmunidad y
salida de España de otros 106 maristas.
Fueron remitidos al tal
Aurelio Fernández. El encuentro, en el café Tostadero, de la plaza Universitat
de Barcelona, donde se pactó con la institución la entrega de 200000 francos
franceses a cambio de la vida de los hermanos. Los cobró Josep Tarradellas, que
entonces era el Conseller de Finanzas del gobierno catalán.
Aurelio Fernández |
Plaza de la Universidad, Barcelona |
Para la supuesta
liberación, la cita era en el puerto, donde les esperaba un barco fletado por
Francia que les debía llevar a Marsella. Los Maristas, confiados, abandonaron
sus escondites y se dirigieron al buque. Sólo tenían que dar la contraseña
pactada para que les dejaran pasar. A los hermanos se les había indicado que la
operación se haría tal como se les apuntó en la reunión del día anterior:
tenían que embarcar a las ocho de la tarde en el navío Cabo San Agustín. Si
veían patrulleros por el muelle no debían asustarse, era cuestión de seguridad.
El buque Cabo San Agustín |
El 7 de octubre de 1936
los maristas van llegando poco a poco al muelle Balears, en la Barceloneta.
Pasarán la noche en los camarotes intentando descansar un poco. No se han dado
cuenta pero, en realidad, quedan arrestados en el Cabo San Agustín, el que
tendría que haberles llevado a Francia, después de haber pagado la cantidad de
dinero acordada con la FAI.
Camarotes de 3ª clase del Cabo San Agustín |
Era una ratonera, una
trampa. Al día siguiente los desembarcaron, los metieron en dos autobuses y los
llevaron a la checa de Sant Elíes. Allí, Aurelio Fernández, dirigiéndose a los
patrulleros, les felicitó: “¡Buena caza, compañeros, os felicitamos! ¡Cómo os
divertiréis con estos conejitos! ¡Qué tengáis buena puntería!”.
Checa de San Elíes |
Celdas de las checas barcelonesas de la calle Zaragoza y de Vallmajor |
El 8 de octubre mataron a
46 Maristas en el cementerio de Montcada.
Cementerio de Montcada |
El fusilamiento de un segundo grupo
quedó frustrado porque el patrullero de Sant Elíes Vicenç Subirats, reconoció a
Pere Soler, hermano de un amigo suyo teniente de los Mossos d´Esquadra, quien
consiguió llegar hasta el President de la Generalitat, Lluis Companys, e informarle de lo que sucedía. Así se
consiguió salvar la vida de 62 hermanos.
Lluis Compays
En declaración del 27 de
octubre de 1936 ante el juez, el dirigente anarquista Joan García Oliver
testimonió que fue a pedir a Tarradellas cinco mil francos para el Comité de
Milicias y que Tarradellas le dijo: “Ten los cinco mil francos. Todavía están
calientes porque pertenecen al paquete de miles de francos que acaban de
entregarme procedentes del intercambio por la libertad de los Maristas”.
Más tarde, Tarradellas
entregó 100000 francos para comprar armas y utilizó los 200000 cobrados a los
Maristas para abrir una cuenta bancaria en Suiza a su nombre.
Josep Tarradellas con un arma en las manos y caja de mosquetones Mauser de las Industrias de Guerra de Cataluña |
Así consumó la traición que
llevó a la muerte a 46 hermanos Maristas el “muy honorable” Josep Tarradellas, que llegaría a ser Presidente de
la Generalidad de Cataluña desde 1977, cuando volvió del exilio, hasta 1980.
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