Una receta de cocina, la fondue de Navidad


Como cada año, mi felicitación navideña se relaciona con el país que he visitado en verano. Esta vez le toca a la tierra que los romanos bautizaron como Helvecia, después de conquistarla a la tribu de los helvecios.

El cObrón

El “Príncipe de los Ingenios” fue soldado y novelista, poeta y dramaturgo. Había nacido en Alcalá de Henares un 29 de septiembre de 1547, y un año antes de su muerte en 1616 concluía la segunda parte de la gran obra maestra “El ingenioso hidalgo, Don quijote de la Mancha”.

Nieto de pelotari

La revista Ezkaba, del barrio de la Rochapea, dedica en su edición de junio de 2015 un artículo a nuestro abuelo. Bajo el título de "Miguel Guelbenzu. Pelotari de fuerza y raza", el autor se hace eco de una crónica del Diario de Navarra del 21 de febrero de 1926. Este es el texto.

Nieto de deportista

La revista Ezkaba, del barrio de la Rotxapea, dedica un artículo a nuestro abuelo en su edición del mes de junio. Bajo el título "Miguel Guelbenzu. Pelotari de fuerza y raza", se hacen eco de una crónica del Diario de Navarra del 21 de febrero de 1926. Este es el texto...


Miguel Guelbenzu
Pelotari de fuerza y raza


Con la creación en el año 1909 del frontón Euskal Jai en nuestra ciudad, la afición pelotazale creció como la espuma, siendo así que el cuadro de pelotaris aumentó considerablemente y el apoyo del público de igual manera. Esta erección del euskal Jai, en detrimento del rochapeano frontón Lapoya, trajo consigo un trasiego deportivo que traía en vilo y encandilaba a la pequeña ciudad que amurallada y encorsetada no disponía de muchos más recursos deportivos, con los incipientes campeonatos pedestres, los txirrindularis y el nacimiento del “foot ball” en nuestros lares.


 Miguel Guelbenzu, rochapeano de la casa del mismo nombre en las cercanías de la fábrica de Aldaz, formaba parte del cuadro principal del Euskal Jai y su aporte como zaguero en el remonte, propiciado en gran parte por su fortaleza y su gesto amable, era destacado en las páginas de la prensa diaria. Tanto es así que el domingo 21 de febrero de 1926 la crónica de Diario de Navarra le dedicó una de sus secciones. El texto, resumido en cierta manera, nos muestra la mejor faceta del rochapeano Miguel Guelbenzu, el remontista de fuerza y raza:


 “(…)    Guelbenzu, el fuerte zaguero de la Rochapea, es el primer pelotari del Euskal Jai.
Estas afirmaciones sorprenderán sin duda, pero como estas opiniones que son estudiadas, oídas y documentadas, ofrecen la garantía del pensamiento general, he aquí que lo aseguramos sin ningún rodeo. Algo más difícil es formar la semblanza pelotística de Guelbenzu, pues es el pelotari al que menos puede comprendérsele su juego, no son “rachas” de habilidad y destreza las que de cuando en cuando posee; el juego de Guelbenzu es siempre igual, ahora que tras una inmejorable actuación, sigue una tarde gris. Guelbenzu, intentando jugar siempre lo mismo, poniendo siempre voluntad e interés en el partido, no consigue siempre colocarse y encentar igual.
Y a pesar de estas nubes en su cielo de triunfo, el bravo rochapeano ha logrado subir a la cumbre, y con Bastarrica, Patricio y el desgraciado Azcoitia forma el tute de “ases” de nuestro frontón.
En Guelbenzu todo es poder y voluntad, a fuerza de bíceps y de tesón, acompañado de su afición, de esa afición firme y voluntariosa, que es su mejor compañera; de su atlética complexión, que es su más fuerte apoyo, Guelbenzu quiso ser pelotari contra viento y marea, y sus deseos fueron realidades conforme a la ferrea voluntad que puso en conseguirlo.
Es Guelbenzu un zaguero fuerte e incansable, el pelotari educado y prudente en la cancha, jamás una palabra descompuesta, ni un gesto irreprochable, se nota en él, el hombre culto y trabajador que es pelotari por convicciones, y que si acaso tiene algo de escabroso la profesión, sabe despreciarlo, poniendo en los partidos todo su interés, y logrando el máximum del placer que le produce el deporte sano y viril, el incomparable juego a pelota; bello porque es noble, y simpático porque es vasco.
Muchos partidos, muchísimos, ha jugado el rochapeano, en condiciones desventajosas para él, y en todas puso siempre a contribución todas sus facultades, su inusitado afán por vencer, ha perdido muchos porque en el juego a pelota, se gana o se pierde, así sin eufemismos, pero ha ganado muchos también, en que debieron colocarle en el pedestal de oro de la fama.
Y Guelbenzu ha ganado los partidos por el poderoso impulso de su férreo brazo, por su buena vista y no poca habilidad, unidas estas buenas cualidades a una enorme dosis de buena voluntad, que al parecer es su característica, aunque sufre con lamentable frecuencia algunos eclipses, que, a una con su poca movilidad son sus principales enemigas.
El partido más duro que ha jugado Guelbenzu, en el que más desarrolló su poder y su resistencia, fue sin duda el que en beneficio de la Asociación de Prensa, acompañado de Patricio y contra Irigoyen hermanos, celebróse hace meses.
Fue aquel partido en el que las facultades de los cuatro pelotaris rayaron a gran altura. Los cuatro cubrían su puesto, y jugaban cuanto sabían; el gran José, el león navarro, el inconmensurable mago del remonte jugaba con fé y codicia como nunca y Bernardo, para el que ganar entonces significaba más que el partido, ganar fama, se multiplicó y jugó admirablemente. Patricio también, poniéndose a tono con sus compañeros lucía su vistoso juego, pero sin que Guelbenzu ni él, a pesar de sus esfuerzos lograran alcanzar a la pareja de Vera.
Guelbenzu se crecía cuanto mayor era la diferencia que los separaba en el marcador, así los hermanos se apuntaron el ocho y cuarenta por seis y dos quinces, los rochapeanos; pero Guelbenzu, sin amilanarse, arrollador y poderoso, pegaba y sostenía cual un Hércules bravío; el cuarenta desapareció del lado contrario, y con él vinieron el siete y el ocho sin que José ni Bernardo pudieran rehacerse de aquella ofensiva.
La catástrofe fue ensordecedora, pero ante aquel maremágnum incomprensible una ovación estruendosa premiaba la fuerte voluntad del héroe aclamado por sus paisanos.
El fino “pamplonica” ama Pamplona y su frontón, no se presentaría ante otro público con la confianza que se presenta ante los suyos, seguro, de que sus paisanos le agradecen nos deleite con su presencia en la cancha y saben perdonarle esas tardes grises que nadie podemos evitarnos.
Así es el bravo pelotari de Pamplona Miguel Guelbenzu”.
(FRONTIS)


Habremos de señalar, para finalizar, que su compañero Patricio, con el que compartió innumerables tardes, también era rochapeano y un afamado delantero eclipsado en estos tiempos por el popular Guelbenzu, en una época en la que empezaba a despuntar –a sus 16 años- el que fuera gran maestro Abrego.

Miguel Guelbenzu, un genuino representante de las características físicas y deportivas que se “gastaban” en esta parte del río Runa.



Ezkaba
Arrotxapeko Aldizkaria 226.zka 2015.eko Ekaina
Revista de la Rochapea Nº 226 Junio 2015
Páginas 24 y 25

Texto: BAD

Al bar, al bar. Un gran cuadro para una exposición.

Transcurría el día 21 de marzo de 1839 cuando en la ciudad de Karevo, en la norteña región rusa de Pskov, nacía el compositor Mussorgski al que bautizaron con el nombre de Modest. Fue uno de los cinco maestros rusos que acometieron la tarea de crear una música nacional durante la última mitad del siglo XIX, reaccionando contra la tradición europea encabezada por Tchaikovsky. Los otros cuatro grandes fueron Rimski-Korsakov, Cui, Balakirev y Borodin.

Al bar, al bar. Un gran cuadro para una exposición.

Transcurría el día 21 de marzo de 1839 cuando en la ciudad de Karevo, en la norteña región rusa de Pskov, nacía el compositor Mussorgski al que bautizaron con el nombre de Modest. Fue uno de los cinco maestros rusos que acometieron la tarea de crear una música nacional durante la última mitad del siglo XIX, reaccionando contra la tradición europea encabezada por Tchaikovsky. Los otros cuatro grandes fueron Rimski-Korsakov, Cui, Balakirev y Borodin.

A Mussorgski se le recuerda sobre todo, además de por la ópera titulada “Boris Godunov”, por la excepcional obra “Cuadros de una Exposición”, una suite en 15 actos compuesta en 1874. Fue escrita, en principio, para piano inspirándose en una exhibición póstuma de 10 pinturas de Víktor Hartmann (1834-1873), artista y arquitecto, que murió con la temprana edad de 39 años. Como gran homenaje a un amigo, el autor quiso dibujar con música alguno de los cuadros de la muestra. No obstante, “Cuadros de una Exposición” es más conocida en la versión orquestada que acabó el francés Maurice Ravel (1875-1937). Está considerada como una obra maestra romántica a la que se conoce como música de programa o programática


Pero Mussorgski nunca llegaría a alcanzar su calidad máxima como compositor, ya que en momentos difíciles se refugió en el alcohol. Así, tras ser rechazado por su amante en 1858 y tras la muerte de su madre en 1865, se emborrachó hasta llegar al coma etílico. Su alcoholismo crónico le condujo a varios colapsos físicos que hicieron declinar su carrera musical hasta el extremo de ser incapaz de mantener una actividad constante cerca de 1880. Un compañero suyo escribía que “los amigos solíamos rescatarlo de algún lugar poco recomendable, con la ropa destrozada, el cabello sucio y revuelto y la cara amoratada por el alcohol”.


Modest Mussorgski murió a los 42 años, y su fallecimiento se atribuyó a una epilepsia alcohólica. Pocos días antes del deceso, el 28 de marzo de 1881, el pintor Ilyá Repin le realizó un retrato en el que aparece aviejado y deshecho por el alcohol, con una nariz colorada como buen borrachín, con los cabellos en desorden y en bata de enfermo. Pese a todo, mantenía algo de dignidad con su mirada sumamente expresiva y dulce.


Si hubiera hecho caso al árbitro, uno de los chascarrillos menos divertidos de mi trayectoria como entrenador de baloncesto, habría podido terminar con un achaque similar a los que sufría Mussorgski por su afición a la ingesta de grandes cantidades de mol o de vodka.

Hace tanto tiempo, que poco recuerdo de aquel encuentro que pudo disputarse en torno a 1985, salvo lo fundamental. Se jugaba en la vieja pista del Club Natación, junto al frontón, que todavía no estaba cerrada con las cristaleras actuales. Así que como pleno invierno que era, desde el Arga cercano llegaba una bruma heladora que no hacía fácil la práctica deportiva. Pero eran otros tiempos y poco nos importaba. No puedo acordarme del equipo rival y tampoco de la mayoría de los jugadores que dirigía. No eran los protagonistas. Desgraciadamente, mi perversa mente me hace tener muy presente al árbitro del partido, que respondía a las iniciales de PBP, alguien que señala que se le recuerde “como una persona (...) con dedicación, ambición y amor” (El baloncesto navarro, historia de un proyecto compartido). Casi todo el partido discurrió por unos cauces bastantes normales: él arbitrando a mi entender de forma nefasta y totalmente perjudicial para mi equipo, y yo protestando una y otra vez sus decisiones. Pese a todo, el tal PBP no tuvo los arrestos suficientes para castigarme con una falta técnica. No obstante, cerca del final debió pensar que había llegado su instante de gloria, ya que en una jugada en la que no me estaba dirigiendo a él sino a uno de mis jugadores, decidió expulsarme del partido. Además de la mala saña que demostró tener en aquel momento, también enseñó sus malas formas, su pésima educación y respeto. En lugar de señalarme la falta descalificante y realizar el gesto correspondiente o indicarme que “está usted expulsado por su actitud” o, más coloquialmente “estás expulsado”, se acercó a mi banquillo y a voz en grito, para que se le escuchara bien, lo mejor que se le ocurrió es enviarme literalmente “al bar, al bar”.


 Es evidente que no le obedecí, ¡solo faltaba! Nunca me ha gustado beber y menos entonces. Hace 30 años, más o menos, éramos deportistas y en lo que menos pensábamos el fin de semana era en el botellón. Todos nuestros esfuerzos se dedicaban al baloncesto. Por si fuera poco, para llegar desde la pista hasta la cafetería del Club Natación hay que atravesar un gélido territorio a cielo descubierto que no invitaba en absoluto a acatar la decisión del colegiado. Nunca he llegado a entender las razones por las que prefirió enviarme a la embriaguez en lugar de aplicar el reglamento y descalificarme, pero tal vez se podría recordar aquello de que “cree el ladrón que todos son de su condición”. Por cierto, el personaje sigue haciendo gala de su catadura moral, ya que desde entonces procura no saludarme. Supongo que actué de manera torticera al no invitarle a acompañarme.

Pasados tres decenios PBP ya no arbitra encuentros, ¡más vale! Pero cuidado, corren rumores que tienen pinta de ser fundados, de que en el 2016 va a comparecer como candidato a Presidente de la Federación Navarra de Baloncesto. Por si llega a ser elegido, van unos consejos. Las reuniones de la Junta Directiva se podrían celebrar en el “Costafría”, un local acogedor y muy cerca de la sede federativa. El lugar ideal para reunirse con los árbitros sería, lógicamente, “La mafia se sienta a la mesa”. Y el “Iruña”, clásico y elegante, tendría aforo suficiente para albergar las Asambleas Generales.


Todos... “al bar, al bar”.