Tecnificación o "Tactificación"

La víspera del día de Reyes del año 1932 nacía en la ciudad italiana de Alessandria Umberto Eco. Educado en los Salesianos, posteriormente se doctoró en Filosofía y Letras en la Universidad de Turín, institución en la que trabajó como profesor.
Antes de convertirse en catedrático de Comunicación Visual en Florencia, instruyó a otros universitarios en Turín y Milán. Desde 1971 ocupa la cátedra de Semiótica en Bolonia, donde creó en 2001 la Escuela Superior de Estudios Humanísticos, una iniciativa académica para licenciados de alto nivel destinada a difundir la cultura universal. Gran novelista, se consagró en 1980 con “El nombre de la rosa”, una narración histórica articulada en torno a una fábula detectivesca ambientada en un monasterio de la Edad Media. En momento dado de la obra, el novicio Adso de Melk se dirige a su mentor, el franciscano Guillermo de Baskerville, con este trabalenguas: “hacéis, y sabéis por qué hacéis; pero no sabéis por qué sabéis que sabéis lo que hacéis”.


Recientemente se han celebrado las finales a 4 de las categorías junior, masculina y femenina. Lamentable, hemos visto deambular por la pista como almas en pena a casi todos los participantes en el programa de Jóvenes Talentos de la Federación Navarra de Baloncesto, popularmente denominado “tecnificación”. Ni hacían, ni sabían por qué hacían. Es evidente que el proyecto no está dando los resultados que debería. ¿Las causas? Ya hace más de dos décadas que los entrenadores de moda de nuestro baloncesto, alguno de ellos dedicado a la enseñanza, venían imbuidos por la perspectivas constructivistas de la educación que proclamaban Piaget y Vigostky. Aprovechando las novedosas ideas, no tuvieron ningún pudor en piratear las teorías fundamentales del constructivismo y tratar de aplicarlas al baloncesto. Así, no era complicado encontrar artículos en revistas tan especializadas como la de la Asociación Española de Entrenadores de Baloncesto en los que únicamente se modificaban la palabras “educación” o “enseñanza” por baloncesto y “colegio” o “escuela” por cancha. En general, desde la postura constructivista, el aprendizaje puede facilitarse, pero cada persona es protagonista de su propia experiencia interpretando la realidad interna y subjetiva. De esta forma, los defensores del constructivismo se manifestaban absolutamente en contra del aprendizaje por instrucción que postula que la enseñanza o los conocimientos pueden programarse de modo que pueden fijarse de antemano unos contenidos, método y objetivos en el proceso de enseñanza-aprendizaje, o e-learning como ahora es denominado. La realidad es que ambos enfoques se mezclan, si bien la explicación sigue teniendo más presencia en el sistema educativo. Al trasladar las teorías constructivistas al deporte, se convirtió en sacrilegio utilizar el método analítico para entrenar baloncesto, únicamente había que trabajar de manera global. Así, por ejemplo, pasamos de utilizar los maravillosos apuntes de técnica individual de Katxo González, en los que la puerta atrás se trabajaba en cuatro tiempos, a no enseñar nunca más es este fundamento tan importante para recibir. Se dieron situaciones tan esperpénticas como idear un método por el que se pretendía mejorar la técnica del tiro libre sin mirar al lanzador, solo observando en qué parte del aro golpeaba el balón. Trabajar analíticamente supone, según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua “distinguir y separar las partes de un todo hasta llegara a conocer sus elementos”. Consiste en desglosar los fundamentos en segmentos y trabajarlos por separado. Para ello es necesario determinar los elementos constituyentes de cada rudimento técnico estableciendo un listado de gestos que el jugador puede realizar y encadenarlos en una progresión lineal. Como todo, tiene sus desventajas, ya que no se actúa en situaciones reales de juego y se basa en muchas repeticiones de una misma propuesta. No obstante, resulta totalmente apropiado para entrenar la técnica individual en categorías inferiores, hasta convertir cada fundamento en un hábito. Por el contrario, el método global intenta convertir al jugador en el intérprete principal de su propia mejora, ya que aprende investigando, adecuando su propio movimiento a la situación requerida. Globalizar permite entrenar muchas situaciones de juego, es ideal para optimizar la táctica individual. Pero ¿qué sucede cuando el jugador no maneja un bagaje técnico suficiente? Parece evidente que no se puede proponer una situación de 2x2 a quien bota, pasa o tira mal. También puede ocurrir que planteemos al jugador el mismo 2x2 pero que lo resuelva de forma diametralmente opuesta a cómo queremos jugar en el equipo. Entonces, ¿nos olvidamos del constructivismo, del método global, y le insinuamos que debe utilizar nuestra solución?


"A muchas personas no les interesa lo básico. Buscan resultados gratificantes, instantáneos, y deciden saltarse unos cuantos escalones. Tal vez no practiquen el bote porque no suelen subir el balón en los partidos. Quizás no desarrollen técnicas de tiro apropiadas porque no dependen de su capacidad anotadora. Al principio pueden salirse con la suya, pero llegará un momento en que todo quedará al descubierto”.
Michael Jordan, Mi Filosofía del Triunfo (página35)

Descartado el método analítico por la iluminación de algunos, desde aquel momento todo consiste en colocar al jugador ante situaciones de diferente dificultad y que él solo las resuelva. Casi toda la sesión de entrenamiento se centra en jugar desde uno “para” uno, o dos para dos hasta cinco “por” cinco. Entre paréntesis, era todo tan bonito que nos cambiaron hasta el vocabulario, el baloncesto es un deporte de oposición y siempre se ha jugado “contra”, no a favor que es lo que significan las preposiciones por y para. No es difícil de entender que aquellos lodos trajeron estos barros, y nunca un refrán puede venir tan a cuento. Un buen número de entrenadores del baloncesto navarro, probablemente incluidos los que dirigen el programa de Jóvenes Talentos, fueron “alumnos”, o “alumnos de alumnos”, de aquellos que cambiaron la manera de llevar un equipo con sus postulados constructivistas. Hacen, pero no saben lo que hacen ni por qué lo hacen. Nuestro baloncesto es un mal heredero de unas propuestas que mal entendidas nos han llevado a que no exista un jugador/a de futuro en toda la cantera foral. Es imposible creer tal jugadora o tal jugador van a llegar a Obenasa o a Grupo Iruña.

Parece, sinceramente, que el programa de Jóvenes Talentos de la Federación Navarra de Baloncesto lleva un rumbo totalmente equivocado. En la edición de noviembre de 2010 de la revista 6’25 que edita la propia FNB, la persona que escribe comenta que “el área de mejora técnica se centra en la ampliación y mejora de los recursos técnico-tácticos, incidiendo en la toma de decisiones…”. Dos grandes errores. Uno evidente, la mejora técnica resulta que no es técnica sino técnico-táctica. El segundo, incidir en la toma de decisiones. Los jugadores que participan necesitan aprender lo básico, tal y como manifestaba Michael Jordan, antes de tomar decisiones. Todo el trabajo realizado se orienta a la táctica individual en lugar de la técnica. Estamos ante una “tactificación”, palabra que no existe en el diccionario, en lugar de una “tecnificación” que sería lo realmente provechoso para el progreso de las futuras ¿figuras? del baloncesto navarro. En otra parte del artículo, uno de los directores añade: “en estas primeras etapas la planificación se centra en los mecanismos de creación de juego más utilizados en el baloncesto moderno: bloqueo directo, bloqueo indirecto y juego desde el poste bajo”. Pura táctica. Que dominen los fundamentos, que hagan y sepan lo que hacen y por qué lo hacen.  Enséñenles a pasar, botar y tirar, o lo que es lo mismo, a jugar a baloncesto. Todavía lo necesitan mucho más que los bloqueos, y así lo han demostrado recientemente. ¿No sería más lógico que esas situaciones, la táctica individual o colectiva, se trabajara en los clubes en lugar de la tecnificación de FNB? A los jugadores/as se les vio completamente desorientados en las finales a 4 junior. Es muy posible que como joven talento se le explique cómo solucionar las situaciones de una manera y en sus equipos de otra, y no tienen muy claro a qué atenerse. Existe, además, una contradicción que define la mayoría de los errores del proyecto. El responsable de FNB indica en 6’25 que se trata de que los jugadores desarrollen su potencial a través de programas totalmente individualizados, mientras que uno de los entrenadores se refiere a crear las famosas situaciones y al juego de equipo, nuevamente alejándose de lo específico. En resumen, más táctica.

Desde hace un tiempo, todos los programas técnicos de la Federación Navarra de Baloncesto se basan en un enorme volumen de trabajo, pero con poca o nula calidad. En primer lugar, es absolutamente necesario respetar lo que hacen los entrenadores en sus clubes, y formarlos si es preciso. Tampoco es imperioso querer abarcar todo porque no se llega a nada, y los hechos nos dan la razón. Mucho menos es de recibo pensar que los jugadores casi pertenecen a la Federación y por ello deben dedicar horas y horas a entrenar con selecciones o en el programa de jóvenes talentos. Es más que evidente que así no se obtienen resultados. El programa de Jóvenes Talentos, apoyado por las instituciones deportivas de la comunidad, dispone de unos medios enormes pero no está consiguiendo los logros deseados. Supone una inversión muy poco rentable y aún más cuando según el Secretario Técnico de la FNB no pretende obtener jugadores más allá de EBA, la cuarta categoría del baloncesto nacional. Para acabar, hay un par de temas que llaman la atención. Por un lado, se aprecia la falta de un estudio psicológico profundo sobre las características de cada jugador. Para alguien que ha entrenado hasta hace bien poco, es fácil apreciar que parte de los jugadores/as elegidos no tienen la mentalidad suficiente como para que se le dedique tanto tiempo y esfuerzo. Es más, también da la sensación de que alguno de ellos está en el programa más por decisión de su padre que por iniciativa o deseo propio. La segunda cuestión curiosa es que solo entran en el programa jugadores/as altos. No está clara la razón por la que los bases son discriminados, no pudiendo formar parte del grupo. Seguramente tendremos que llegar a la conclusión de siempre: es más complicado preparar “situaciones” para los hombres pequeños que para los grandes y, supongo, que los que llevan el programa no sabrán hacerlo. Nuevamente la táctica individual se interpone en lo que debería ser una tecnificación. Desde luego en Navarra existe al menos un entrenador que sabe “tecnificar” bases y así lo demostró hasta hace un año un club. Personal de Federación lo conoce perfectamente pero por ser un veterano, o por no ser de la camarilla, por no llamarla secta, de los cercanos a la Secretaría Técnica, o por no confiar en su trabajo (no se ocuparía de las situaciones, sino de la técnica individual), no es tenido cuenta para desarrollar una labor que podría ser muy provechosa para los más bajos.  

El programa de Tecnificación de Jóvenes talentos de la Federación Navarra de Baloncesto comenzó su andadura en marzo de 2010. Han pasado catorce meses y parece que ya es el momento de analizar las razones por las que no se obtienen los resultados apetecidos. Y hacerlo de forma seria, imparcial e, incluso, de plasmar las conclusiones en un documento escrito que todos podamos consultar y al que todos podamos aportar algo, sea o no del agrado de la FNB. De esta manera se podrá afirmar que “hacéis, y sabéis por qué hacéis…”.