Esta, muy amiga de organizar celebraciones, acogió en su domicilio, en diciembre del 62 a.C., la Bona Dea (la Buena Diosa), una fiesta plenamente feminista a la que no estaba permitido acudir a los hombres. Tan rígida era la norma, que ni tan siquiera se permitía que los perros o gatos estuvieran cerca de las mujeres. Muy enfrascadas en los jolgorios debían estar, ya que un patricio, un descendiente de los primeros senadores romanos establecidos por Rómulo que formaban la clase social privilegiada opuesta a los plebeyos, pudo colarse en los festejos. Publio Clodio Pulcro, tal era su nombre, era dueño de una enorme fortuna, estaba dotado de una gran elocuencia y se encontraba perdidamente enamorado por Pompeya. Tan grande era su enamoramiento que, durante la celebración de los misterios, entró en casa de César intentando seducirla y disfrazado como una hembra que tocaba la lira. No tuvo suerte ya que fue descubierto, apresado, juzgado y condenado por la doble acusación de engaño y sacrilegio. Desenmascarado y perseguido por su profanación, César no aportó prueba alguna contra Clodio, pero para eludir la probable pena necesitó sobornar al jurado. Como consecuencia, César reprobó a Pompeya Sila a pesar de estar seguro de que ella no había cometido ningún hecho indecoroso y que no le había sido infiel. Sin embargo, afirmó que no le agradaba que su mujer fuera sospechosa de infidelidad, porque “no basta que la mujer del César sea honesta, también tiene que parecerlo”. El historiador, filósofo y moralista griego Plutarco relató este chascarrillo en un capítulo de sus Vidas Paralelas, una serie de biografías de ilustres personajes griegos y romanos emparejados con el fin de establecer una comparación entre figuras de una y de otra cultura.
Parece
que en nuestro baloncesto, lamentablemente, la frase señalada o su significado
cuentan con poco o nulo predicamento. Es imposible en algunos individuos encontrar
elementos sustanciales o valores como la ética y la profesionalidad.
Recientemente un trío de personajes, perdón de entrenadores, han decidido que
un par de jugadoras son de su propiedad y pueden llevarlas donde les apetece.
Así, las han raptado del equipo al que pertenecían para hacerlas jugar en otro
que supone a las niñas, con 15 años, un desplazamiento de unos 100 kilómetros
en cada sesión de entrenamiento o partido. Hasta aquí la cuestión podría
restringirse a una simple disputa entre clubes donde el receptor se aprovecha
de la comida de coco a las que se somete a padres y jugadoras (las chicas
redirigidas nunca son las que viven en el banquillo de los suplentes, sino las
mejores). El problema es que quien se ha quedado con las dos niñas es el club al
que también pertenece el Presidente de la Federación Navarra de Baloncesto.
¡Vaya inmoralidad! Y, dado que no es capaz de predicar con el ejemplo
cumpliendo la legalidad que él mismo aprueba un año tras otro en las asambleas
pertinentes, ¿cómo puede pretender que el resto de estamentos del baloncesto
navarro la observen? Parece que su discurso es que tiene muy claro que debe
diferenciar entre sus obligaciones como Presidente de la Federación y las que
derivan de su pertenencia a un club. Apoyarse en ese razonamiento es de un
desarrollo facial tan enorme, que muy bien podría asemejarse a un oso
hormiguero, por aquello del hocico que gasta.
Este
señor llegó a la Federación como un Don Nadie (ni había jugado ni había sido entrenador ni directivo) y se ha convertido en un Napoleón
que tiene el culo más pegado al trono que muchos políticos. Es una muy mala
copia del anterior máximo mandatario de nuestra federación (aquel si fue un
buen presidente). Pero al actual se le podía aplicar una frase que hace poco se
podía leer un diario de tirada nacional refiriéndose al actual Ministro de
Justica: “Gallardón es el principio del placer hecho ministro”. El señor
“placer hecho presidente” parece basarse en cuatro parámetros definitorios: 1)
la libertad como un “yo hago lo que quiero” dentro de baloncesto; 2) la
tradición como un “yo soy ideal y todo lo hago bien”; 3) el culto a la
autoridad, el “super yo”; y 4) la perpetuidad en “yo sigo como presidente
porque todo lo hago bien”. Sin embargo, tal y como funciona no puede ser
considerado un espejo de buenas costumbres, de buenas prácticas.
Sathya
Sai Baba fue un líder espiritual en el sur de la India que murió en abril de
2011 con seguidores en todo el mundo. El señor Presidente de la Federación
Navarra de Baloncesto podía aprender mucho del gurú hindú, aunque tuviera mucha
pinta de chiflado. Así comentaba “evita hacerles a los demás todo aquello que
tú pienses que los demás no deberían hacerte”. Da igual ser el máximo
representante de nuestro deporte o no, lo que no es ético siempre está mal. Por
ello, el Reglamento General de la FNB, en el artículo 35 y siguientes, defiende
de los chorizos a aquellos clubes que pierden jugadores contra su voluntad,
estableciendo unas compensaciones económicas. Por si esto fuera poco, la propia
federación presidida por el actual presidente aprobó un párrafo para grabar
esos derechos cuando los estos están en edad de estudiar en la ESO: “En el caso
de que un club tuviera, como consecuencia de dar la carta de baja a un jugador,
derecho a compensación económica por su formación y no hiciera uso de este
derecho, la Federación Navarra de Baloncesto podrá exigir el 20% de dicha
compensación siempre y cuando se cumplan, a la vez, estos dos requisitos: que
el jugador sea en la nueva temporada como máximo cadete, y que haya participado
al menos una vez durante las dos últimas temporadas en el programa de
selecciones, entendiendo como participación la asistencia a campeonatos de
España”. Está claro que el señor Alonso conoce a la perfección la gravedad de
llevarse dos niñas de otro club, pero su manifiesta falta de honestidad le hace
taparse los ojos. Así, pensar más en jugadores de otros demuestra la poca
capacidad que se tiene para hacer madurar a los propios, la manifiesta la
inutilidad de los entrenadores de un club para conseguir deportistas de cierto
nivel. Y a esto también se refería Sai Baba cuando opinaba que “un individuo
nace para vivir su destino, no para hacer un papel en el drama de otros”.
“El
hombre es la síntesis de todos los sentimientos, emociones y reacciones que
surgen de su mente. La mente es la sede de todas las ansias, deseos y
pensamientos. Cuando la mente está limpia, también será limpio el mundo que
reconoce. Cuando la mente este turbia y empañada por el temor, el mundo
aparecerá como algo miserable y depresivo. Hay mucha gente que echa la culpa al
mundo, sin saber que la falta está en ellos mismos” (Sai Baba). Por favor señor
presidente, reflexione o dimita.