El placer hecho presidente: de Julio César a Alonso recordando a Napoleón y Sai Baba

Transcurría el año 63 a.C. cuando Julio César fue elegido Pontífice Máximo, lo que suponía ser el magistrado sacerdotal que presidía los ritos y ceremonias religiosas más importantes en la antigua Roma. El nombramiento le daba derecho a vivir en la Domus Pública, que no era otra cosa que una residencia situada en la Vía Sacra. En aquella época César estaba casado con su segunda esposa, Pompeya Sila.
Esta, muy amiga de organizar celebraciones, acogió en su domicilio, en diciembre del 62 a.C., la Bona Dea  (la Buena Diosa), una fiesta plenamente feminista a la que no estaba permitido acudir a los hombres. Tan rígida era la norma, que ni tan siquiera se permitía que los perros o gatos estuvieran cerca de las mujeres. Muy enfrascadas en los jolgorios debían estar, ya que un patricio, un descendiente de los primeros senadores romanos establecidos por Rómulo que formaban la clase social privilegiada opuesta a los plebeyos, pudo colarse en los festejos. Publio Clodio Pulcro, tal era su nombre, era dueño de una enorme fortuna, estaba dotado de una gran elocuencia y se encontraba perdidamente enamorado por Pompeya. Tan grande era su enamoramiento que, durante la celebración de los misterios, entró en casa de César intentando seducirla y disfrazado como una hembra que tocaba la lira. No tuvo suerte ya que fue descubierto, apresado, juzgado y condenado por la doble acusación de engaño y sacrilegio. Desenmascarado y perseguido por su profanación, César no aportó prueba alguna contra Clodio, pero para eludir la probable pena necesitó sobornar al jurado. Como consecuencia, César reprobó a Pompeya Sila a pesar de estar seguro de que ella no había cometido ningún hecho indecoroso y que no le había sido infiel. Sin embargo,  afirmó que no le agradaba que su mujer fuera sospechosa de infidelidad, porque “no basta que la mujer del César sea honesta, también tiene que parecerlo”. El historiador, filósofo y moralista griego Plutarco relató este chascarrillo en un capítulo de sus Vidas Paralelas, una serie de biografías de ilustres personajes griegos y romanos emparejados con el fin de establecer una comparación entre figuras de una y de otra cultura.


 

Parece que en nuestro baloncesto, lamentablemente, la frase señalada o su significado cuentan con poco o nulo predicamento. Es imposible en algunos individuos encontrar elementos sustanciales o valores como la ética y la profesionalidad. Recientemente un trío de personajes, perdón de entrenadores, han decidido que un par de jugadoras son de su propiedad y pueden llevarlas donde les apetece. Así, las han raptado del equipo al que pertenecían para hacerlas jugar en otro que supone a las niñas, con 15 años, un desplazamiento de unos 100 kilómetros en cada sesión de entrenamiento o partido. Hasta aquí la cuestión podría restringirse a una simple disputa entre clubes donde el receptor se aprovecha de la comida de coco a las que se somete a padres y jugadoras (las chicas redirigidas nunca son las que viven en el banquillo de los suplentes, sino las mejores). El problema es que quien se ha quedado con las dos niñas es el club al que también pertenece el Presidente de la Federación Navarra de Baloncesto. ¡Vaya inmoralidad! Y, dado que no es capaz de predicar con el ejemplo cumpliendo la legalidad que él mismo aprueba un año tras otro en las asambleas pertinentes, ¿cómo puede pretender que el resto de estamentos del baloncesto navarro la observen? Parece que su discurso es que tiene muy claro que debe diferenciar entre sus obligaciones como Presidente de la Federación y las que derivan de su pertenencia a un club. Apoyarse en ese razonamiento es de un desarrollo facial tan enorme, que muy bien podría asemejarse a un oso hormiguero, por aquello del hocico que gasta.


Este señor llegó a la Federación como un Don Nadie (ni había jugado ni había sido entrenador ni directivo) y se ha convertido en un Napoleón que tiene el culo más pegado al trono que muchos políticos. Es una muy mala copia del anterior máximo mandatario de nuestra federación (aquel si fue un buen presidente). Pero al actual se le podía aplicar una frase que hace poco se podía leer un diario de tirada nacional refiriéndose al actual Ministro de Justica: “Gallardón es el principio del placer hecho ministro”. El señor “placer hecho presidente” parece basarse en cuatro parámetros definitorios: 1) la libertad como un “yo hago lo que quiero” dentro de baloncesto; 2) la tradición como un “yo soy ideal y todo lo hago bien”; 3) el culto a la autoridad, el “super yo”; y 4) la perpetuidad en “yo sigo como presidente porque todo lo hago bien”. Sin embargo, tal y como funciona no puede ser considerado un espejo de buenas costumbres, de buenas prácticas.



Sathya Sai Baba fue un líder espiritual en el sur de la India que murió en abril de 2011 con seguidores en todo el mundo. El señor Presidente de la Federación Navarra de Baloncesto podía aprender mucho del gurú hindú, aunque tuviera mucha pinta de chiflado. Así comentaba “evita hacerles a los demás todo aquello que tú pienses que los demás no deberían hacerte”. Da igual ser el máximo representante de nuestro deporte o no, lo que no es ético siempre está mal. Por ello, el Reglamento General de la FNB, en el artículo 35 y siguientes, defiende de los chorizos a aquellos clubes que pierden jugadores contra su voluntad, estableciendo unas compensaciones económicas. Por si esto fuera poco, la propia federación presidida por el actual presidente aprobó un párrafo para grabar esos derechos cuando los estos están en edad de estudiar en la ESO: “En el caso de que un club tuviera, como consecuencia de dar la carta de baja a un jugador, derecho a compensación económica por su formación y no hiciera uso de este derecho, la Federación Navarra de Baloncesto podrá exigir el 20% de dicha compensación siempre y cuando se cumplan, a la vez, estos dos requisitos: que el jugador sea en la nueva temporada como máximo cadete, y que haya participado al menos una vez durante las dos últimas temporadas en el programa de selecciones, entendiendo como participación la asistencia a campeonatos de España”. Está claro que el señor Alonso conoce a la perfección la gravedad de llevarse dos niñas de otro club, pero su manifiesta falta de honestidad le hace taparse los ojos. Así, pensar más en jugadores de otros demuestra la poca capacidad que se tiene para hacer madurar a los propios, la manifiesta la inutilidad de los entrenadores de un club para conseguir deportistas de cierto nivel. Y a esto también se refería Sai Baba cuando opinaba que “un individuo nace para vivir su destino, no para hacer un papel en el drama de otros”.


“El hombre es la síntesis de todos los sentimientos, emociones y reacciones que surgen de su mente. La mente es la sede de todas las ansias, deseos y pensamientos. Cuando la mente está limpia, también será limpio el mundo que reconoce. Cuando la mente este turbia y empañada por el temor, el mundo aparecerá como algo miserable y depresivo. Hay mucha gente que echa la culpa al mundo, sin saber que la falta está en ellos mismos” (Sai Baba). Por favor señor presidente, reflexione o dimita.