El menos indicado


Transcurría el día 8 de septiembre de 1925 cuando venía al mundo en Hampshire Richard Henry Sellers, un actor británico de origen hebreo más conocido como Peter Sellers.


Nacido en el seno de una familia de artistas del vaudeville, inició su carrera con el grupo cómico “The Goon Show” en la emisora de radio de la BBC. Como actor alcanzaría la fama internacional en la década de los 60, coronándose como uno de los rostros de comedia más populares de la pantalla grande. Su capacidad de hablar con acentos diferentes (franceses, indios, americanos, alemanes, británicos, etc), junto con su talento para retratar personajes con efecto cómico, contribuyeron a su éxito como  artista de la radio y la pantalla grande. La fama internacional le llegó interpretando al inspector Clouseau en la serie de 5 películas de “La Pantera Rosa” dirigidas por Blake Edwars, en las que se pueden visionar algunas de las escenas de humor más divertidas de la historia del cine. En su filmografía también destacan otras obras tan conocidas como “Teléfono rojo, volamos hacia Moscú”, “Lolita”, “Casino Royal” o “Un cadáver a los postres”. Con 38 años le diagnosticaron una cardiopatía que le llevó a sufrir trece ataques al corazón en pocos días en 1964. Unos años más tarde le fue implantado un marcapasos pero Peter Sellers nunca se recuperó del todo. El 22 de julio de 1980 se desplomó en la habitación del lujoso hotel londinense Dorchester y entró en coma. Dos días más tarde, con 54 años, murió en un hospital de la capital británica cuando una semana después tenía programada una cirugía de corazón en Los Ángeles.  


Peter Hall, director de films tan inolvidables como “Amadeus” dijo una vez que "Peter Sellers tenía la capacidad de identificarse completamente con otra persona, y creo que en su forma física, mental y emocionalmente en sus pieles. ¿De dónde viene eso? No tengo ni idea". Sin embargo, hay explicación posible: Peter Sellers padecía un profundo trastorno bipolar. Los afectados por esta enfermedad suelen oscilar entre la alegría y la tristeza de una manera mucho más marcada que las personas que no padecen la patología, tan pronto están de buen humor como de absolutamente deprimidos.


Me consta que alguien que no es muy amigo mío, más bien nada, leyó la anterior entrada en este blog que se titulaba “El placer hecho presidente: de Julio César a Alonso recordando a Napoleón y Sai Baba”. También me consta que tras su ilustración comentó algo como que no le caigo bien pero que el artículo le gustaba, que estaba de acuerdo con lo que se relataba. Mi crítica se dirigía, fundamentalmente, al hecho de que el club en el que entrena el presidente de la Federación Navarra de Baloncesto se ha llevado un par de chicas de otro utilizando muy malas formas. ¡Qué ironía! Me parece que ese que no figura ni figurará entre mis amigos es la persona menos indicada para opinar en contra del robo de jugadoras. En su larga historia como entrenador y, también, como coordinador en el baloncesto foral se le conocen varios raptos similares, y más graves si cabe, al descrito. Así, hace unas cuantas temporadas desvalijó un club haciéndose con un equipo completo de niñas que trasladó a otro. Así, cada temporada el grupo que entrena se refuerza misteriosamente con deportistas que saquea a otros… Si no se puede predicar con el ejemplo, conviene no olvidar la propia historia personal para que no parezca que se sufre un trastorno bipolar.


Cuando digo que sí por la mañana,
al caer el crepúsculo lo niego.
Por la noche lo afirmo pero luego,
pensándolo mejor, me llamo a andana.

De lo que he declarado esta semana
la semana que viene me despego.
Pues donde dije digo digo diego
sin que se me despeine ni una cana.

Desmiento el desmentido, me refuto,
y al cabo de una hora, o de un minuto,
vuelvo a cambiar de nuevo de registro.

Que sí. Que no. Que bueno. Que depende.
El baloncesto navarro ya me entiende,
y por eso así administro.