Con dos c...

El día 16 de agosto de 1501 Miguel Ángel Buonarroti recibía el encargo de realizar una escultura del Rey David. Los capataces de la Opera del Duomo, la oficina de trabajos de la Catedral de Florencia, se habían decidido por un joven artífice florentino que, salvo la Pietà del Vaticano, no había realizado ninguna obra importante, y mucho menos en su localidad natal.
Para consumarla, le entregaron un bloque de mármol de Carrara dañado porque ya había sido el protagonista de varios intentos anteriores conseguir la ansiada figura del personaje bíblico. Simone da Fiesole lo estropeó tratando de cincelarlo por primera vez, y Agostino di Duccio y Antonio Rossellino lo acabaron de rematar en nuevas tentativas.

Miguel Ángel, Michelangelo, comenzó su labor el 18 de septiembre, poco más de un mes después de ser requerido para ello. Tras casi tres años de trabajo creó un David de más de 4 metros de alto que no se parecía en nada a las versiones anteriores de Donatello y Verrocchio en las que el joven rey es representado con el cuerpo de Goliat vencido. En la escultura de Miguel Ángel, Goliat no aparece, lo que se interpreta como que el combate no ha comenzado. David se encuentra en tensión y preparado para la lid, su cuerpo desnudo se encuentra girado, la pierna izquierda está adelantada respecto a la derecha, el brazo izquierdo levantado sostiene la onda sobre el hombro mientras que con la cabeza vuelta fija su vista en el objetivo.

Aunque en la actualidad solo puede admirarse al aire libre una copia del original, el David de Miguel Ángel sigue maravillando a los italianos. Sin embargo, lo que más parece fascinarles, son las partes pudendas de la figura. Dime de qué presumes y te diré de qué careces, pero por todas partes se pueden encontrar souvenirs mostrando los cataplines del bien dotado David: pasta para cocinar, imanes de nevera, pisapapeles de muy dudoso gusto, pañuelos, gorros de cocinero, y otros muchos artilugios entre los que destacan las pantalonetas deportivas.


Pantalonetas deportivas… Cualquier equipo impresionaría si las usara como equipación habitual. Podría perder muchos partidos, pero lo que nadie dudaría es que sería un conjunto con dos coj… Solo con los espectadores conocieran su utilización se llenarían las gradas de las canchas. Solo con llevarla puesta los jugadores estarían plenamente mentalizados para la lucha. Solo con verlos calentar causarían un tremendo efecto en el contrario. Solo con saltar al rebote los contrincantes se apartarían para no llegar a manosear tales piezas. Solo con colocarse en posición básica defensiva harían perder un montón de balones a los atacantes rivales.


No obstante hay que darse prisa. Dentro de poco tiempo no se van a poder conseguir, ya que ayuntamientos como el de Pisa han comenzado a prohibir su venta. Y ya se sabe que cuando alguien da el primer paso, la mayoría va detrás. Es que no entienden nada sobre deporte.