Si usted piensa que puede triunfar, puede hacerlo: aquel 18 de febrero de 1984

18 de febrero de 1984 a media tarde, cuando los grandes maestros trajinan sus mejores faenas. Allí estábamos, en el coso del Club Natación lleno hasta la bandera, para enfrentarnos a los toros bravos de una ganadería, San Fermín Ikastola, que se presentaba como absolutamente favorita. Era la final del Campeonato Navarro de Baloncesto en categoría Juvenil Masculina.


La temporada anterior habíamos sufrido un serio revés. Nuestro mayoral y jefe de lidia, Miguel, había tenido que marchar a tierras catalanas para servir a la patria. Y, lamentablemente, nadie le sustituyó. Así que enviaba los entrenamientos por correo para que los matadores los trabajaran sin director. Un par de fines de semana al mes se escapaba, arriesgándose a un arresto ejemplar puesto que los guerreros rebajes no le permitían salir de la Ciudad Condal, para llevar los encuentros. Por supuesto, nos repusimos de la cornada.

No obstante, los que pensaban en la victoria de los de la divisa blanca (aunque en el encuentro el morlaco de mayor volumen, aquel al que algunos mal intencionados apodaban IBM, vestía con casaca blanca y taleguilla corta verde) olvidaban que les habíamos derrotado en los dos enfrentamientos en liga regular. Incluso, en su terreno, la difícil plaza que era el patio de la ikastola, les levantamos 15 puntos en los 5 últimos minutos utilizando un recurso con el que no supieron reducirnos, la zona 1-2-2. Tampoco sabían que durante todo el curso habíamos preparado en secreto, sin utilizarla en los partidos, la estrategia para la fiesta definitiva: una defensa con 3 en zona formando un triángulo y dos en individual ocupándose de sus aleros. Más vale que llevábamos ensayándola mucho tiempo, ya que el enemigo nos tendió otra celada que no nos permitió repasarla en los últimos entrenos. Resulta que, con toda amabilidad, su subalterno segundo de a bordo que tenía pasado en el colegio de la calle Sangüesa, decidió acudir a visitarnos en cada sesión de la última semana. Suponemos que, en un alarde de ética, fue el director de su ganadería quien le envió a espiarnos.

En esas estábamos los "locos bajitos" (igual que los de la canción de Serrat, los de "deja ya de jo... con la pelota"), que era como nos llamaban los apoderados de nuestra ganadería Marista, muy encastada, preparados para hacernos con aquellos rivales que hablaban la lengua heredada de los vascones que, al igual que los carriquiri de don Nazario, habitaron estas tierras. Así que, ajustarse bien los machos y a la arena. Pronto se vio que el guión de la lidia lo íbamos a marcar los 5 morlacos de divisa azul y amarilla. Desde el primer tercio del combate, lo que habíamos preparado no componía una faena de aliño, sino algo magistral. Y allí estaba triunfando con el engaño en la mano izquierda Juan Antonio Moreno, que vara tras vara, les endilgó 39 puntos. ¡Pobres lidiadores! No sabían por donde les entraba. Notando el castigo, no tardaron en perder los papeles y en derrotar con peligro... para el respetable. Su apoderado, en lugar de preocuparse de cambiar el rumbo de la contienda con un tiempo muerto o alguna otra aportación, arremetió contra parte del público prometiéndoles una hos..., o sea un golpe contundente. Respetables los nuestros, porque los hooligans del "babirulao" (1, 2, 3, 4), viendo que su equipo pinchaba en hueso, no tuvieron otra ocurrencia que asomarse al balcón en el tendido y obsequiarnos, una y otra vez, con unos escupitajos que no nos permitían lidiar por la derecha de nuestra ofensiva. Entre los que nos jaleaban se encontraban un gran número de alumnos del Colegio Santa María la Real, al mando del hermano Zabaleta que blandía una corneta que probablemente había hurtado al clarinetero (en realidad pertenecía a la familia Muruzábal, que todavía la conserva). Con todo a nuestro favor fue sencillo rematar la faena y tocar pelo: estocada hasta la bola sin necesidad de puntilla (93 - 68), dos orejas, vuelta al ruedo y salida a hombros.


Para la prensa, el festejo no debió ser muy importante, ya que dedicaban menos de dos líneas a nuestra y victoria. Además, en un texto tan extenso, cometían dos errores: se comían una letra (miso en lugar de mismo), y rebajan "al ikastola" a la categoría de equipo B.


Maristas Juvenil Masculino, temporada 1983/84:
Jugadores : Alberto Iriarte, Javier Ros, Javier Lacasia, Jordi Marcó, Toñín Millán, Angel Sobrino, Javier Morrás, Juan Antonio Moreno, Danel Echeverría, José Ibáñez y Luis Solchaga. Delegado: Oscar Rebolé. Entrenador: Miguel Guelbenzu.

Otras entradas de este blog que hacen referencia al mismo partido:
Maristas 84, 20 años después... (febrero de 2012).
La lobotomía y el lobo con piel de cordero (enero de 2014).