Transcurría el año 295 a.C. cuando Ptolomeo I Sóter fundó la Biblioteca de Alejandría apoyado en los consejos de los sabios griegos Eudoxio y Demetrio de Falero, su primer director.
Se inspiraron en las enseñanzas de Aristóteles, que pese a morir 27 años antes, les había indicado cómo debían formarla. La Biblioteca fue lugar para todo tipo de saberes: literatura, matemáticas, astronomía, historia, física, medicina, filosofía, geografía, biología e ingeniería. En sus salas nacieron muchas teorías que todavía hoy en día tienen valor. Así, el geógrafo Eratóstenes realizó un trabajo sobre la medición de la Tierra, el astrónomo Hiparco trazó un mapa de las constelaciones, Euclides sistematizó la geometría, el matemático Apolonio de Perga investigó sobre las propiedades de la parábola y elipse, y Arquímedes residió y estudió en la ella antes de llegar a su famoso principio. La Biblioteca de Alejandría iluminó el mundo hasta que una horda de fanáticos la incendió en el año 415 d.C. Aunque algunos historiadores culpan al califa Omar de su destrucción final, lo cierto es que cuando las tropas de su comandante Amir Ibn al-Ass tomaron la mítica ciudad de Alejandría en el año 642 d.C. no quedaba nada de la Biblioteca.
Viene esto a cuento por la prácticamente inexistente utilización que se da a la biblioteca de la Federación Navarra de Baloncesto. Pese a que algunos malintencionados comentan que los volúmenes almacenados podrían llegar a tener la misma antigüedad que los de la homónima de Alejandría, y pese a ser innegable que en los últimos tiempos poco o nada ha sido renovada, su contenido es muy completo y de gran utilidad para los entrenadores navarros. Que la biblioteca de la Federación Navarra de Baloncesto no tenga vida es preocupante ya que puede reflejar el poco afán de mejorar, la base del progreso, de los entrenadores de la comunidad. Parece que no se está dispuesto a aprender y aprovechar los conocimientos o técnicas de otros que, generalmente, son mucho mejores. También es cierto que para desear crecer es preciso adoptar una perspectiva humilde respecto a los propios conocimientos. ¿Es esta la realidad? ¿Los técnicos navarros ya saben todo lo que se puede conocer del baloncesto?
Utilicemos las bibliotecas, ya sea la de Alejandría, la de la Federación o la de la “Diputación” en la plaza de San Francisco. En ellas está el saber. Leamos. Leamos para obtener información, para aprender, para desarrollar los propios conocimientos, para investigar, para entender y apreciar la opiniones de los otros. Leamos para poder actuar, para participar, para expresar una opinión de forma documentada, para dar cuenta de lo que se ha aprendido, para transmitir a los jugadores. Y, por supuesto, leamos para entretenernos, por el puro placer de leer, para soñar, imaginar, divertirse, evadirse y disfrutar intelectualmente.
Nota: En 2011 ya no existe la Biblioteca de la Federación Navarra de Baloncesto, ¡lamentable!