La Batalla de Kadesh

Transcurría el año 1275 a.C. cuando un escriba egipcio llamado Pentaur escribió el poema épico que lleva su nombre. En el mismo se describe como el faraón Ramsés II, apodado “El Grande” por sus magníficas hazañas, decidió atacar al imperio hitita.
Confundido por dos espías enemigos, a los que había apresado y maltratado hasta su engañosa confesión, acampó sin tomar demasiadas precauciones en las afueras de Kadesh, una plaza fuerte a orillas del río Orontes en la actual Siria. El toro fuerte o el de gran alcance por sus años de victoria, sobrenombres del faraón egipcio, estaba convencido de que el enemigo todavía se encontraba muy lejos. Como era de esperar, de madrugada fue sorprendido por los carros de Muwattali, que tal era el nombre del rey hitita. Decidido, arengó a sus tropas para que le siguieran en feroz ofensiva contra el enemigo. Ramsés II fue el primero en lanzarse al ataque, pero también el único, ya que su ejército retrocedió cobardemente dejando solo al faraón. Así, pronto se encontró rodeado de fieros enemigos que pretendían su eliminación. No comprendiendo qué le sucedía, se dirigió al dios Amón con un grito de desamparo “¿olvida el Padre a su Hijo? ¡Yo te invoco, Padre mío!” Amón atendió la voz del gran faraón egipcio y le ayudó para que consiguiera huir del lance con vida.


Viene esto a cuento como defensa de José Mari Muruzábal en la reciente desaparición de Alvecón. José Mari se ha encontrado en momento crucial igual que Ramsés II, solo y desbordado. Abandonado no sólo por sus tropas en una labor imposible de acometer por una única persona, sino también por el general en jefe de su ejército, ya que el entrenador del equipo de EBA fue el primero en desertar cuando la batalla todavía podía ser ganada. Muruzábal tomó la decisión más sensata, la misma que Ramsés El Grande, y por ello para el Club Baloncesto Maristas debe ser un grande, un buen directivo. Y es que más vale una retirada a tiempo…

Aunque el Baloncesto navarro masculino se haya quedado sin su máximo exponente, hoy en día en que algunos rectores deciden entrampar a sus clubes acumulando más y más deudas, la decisión de José Mari Muruzábal es más que respetable. Ahora lo único que resta es que el Club Baloncesto Maristas, u otro que tome su relevo, regrese pronto victorioso a la liga EBA. Por cierto, Ramsés II consiguió vencer en todas las contiendas posteriores a la Batalla de Kadesh, falleciendo pasados los noventa años, tras sesenta y siete de mandato. Por su bien, es de esperar que José Mari no sea tan longevo.