No somos profesionales (II)

Transcurría el año 32 d.C. cuando nacía Marco Salvio Otón. Hijo de Lucio, un hombre de rango consular en una ilustre familia de origen etrusco, rápidamente llegó a la vida política de la mano de Claudio César Druso Germánico, más conocido como Nerón, aquel emperador que en uno de sus arrebatos quemó la ciudad de Roma en el año 64.


Aunque especialmente avispado, el ascenso de Marco Salvio Otón no se debió a su competencia, inteligencia o gran capacidad de trabajo, sino a su tremenda disposición hacia la juerga que a menudo compartía con el propio Nerón. Casi siempre las realizaba de noche y no dudaba en recurrir al asalto y a la agresión si así alcanzaba mayor diversión. Entregado a toda clase de excesos y como mal profesional que era, su carrera fue poco a poco cayendo debido a que muchas mañanas llegaba a su puesto de trabajo tremendamente “perjudicado”. Pese a todo, alcanzó el trono de emperador el 15 de enero del año 69 tras asesinar a Galba, sucesor de Nerón. Como era de esperar solo duró en el puesto 3 meses y 1 día.

Viene esto a cuento por la poca profesionalidad que muchas veces muestran algunos deportistas, entrenadores y jugadores, en el baloncesto navarro. Que al igual que Marco Salvio Otón la noche anterior a un partido jugadores y/o entrenador se van de parranda y lo afrontan bastante perjudicados, ¡no somos profesionales! Que jugadores y/o entrenador de un equipo de categoría nacional se van de vacaciones o a esquiar en plena temporada faltando a entrenamientos y encuentros, ¡no somos profesionales! Que en el puente de diciembre los equipos se quedan sin jugadores y/o entrenador, ¡no somos profesionales!

Es cierto que en el baloncesto navarro no existen profesionales. Por ello los equipos sólo entrenan tres días a la semana y disputan un único partido. Por ello, también, los desplazamientos más lejanos son a las autonomías limítrofes. De otra forma habría sesiones de trabajo de mañana y tarde, dos rivales cada semana y viajes por toda Europa. Cada vez más se tiende a olvidar el COMPROMISO que va unido a la decisión de jugar en un equipo de baloncesto y que no es otra cosa que asumir la obligación contraída, responsabilizarse y aceptarla.

Así, es muy fácil entender que nuestras selecciones algunas veces se clasifiquen en los campeonatos de España en puestos muy cercanos al “infinito”, que los equipos de nacional tengan plantillas muy cortas, que la calidad técnica sea mínima, etc. Y es por eso, porque de la misma forma que Marco Salvio Otón no somos profesionales.