"Coordictadores"

Transcurrían los primeros días del verano del 324 a.C., una estación bochornosa y húmeda, cuando el gran Alejandro Magno regresó a Babilonia tras finalizar sus conquistas.
Había concluido su empresa en una metrópolis hacinada y asfixiante, ya que más allá de toda expectativa e imaginación, el joven rey había sometido todos los reinos del mundo conocido y solo se había detenido cuando se ejército se había negado a proseguir a orillas del río Hífasis en la India. Su llegada no fue fácil, muchos de sus gobernadores macedonios se habían entregado a todo tipo de excesos, arbitrariedades, malversaciones, corruptelas o prevaricaciones. Evidentemente, pensaban que Alejandro nunca regresaría de sus campañas asiáticas.


Alejandro castigó a los culpables de forma ejemplar. En un discurso que pronunció para despedir a los tramposos manifestó que «no he tomado nada para mí, y nadie puede echarme en cara que esconda tesoros (…), como la misma comida que coméis vosotros (…), me despierto antes que vosotros cuando todavía dormís tranquilos en vuestros catres. Alguno de vosotros podría pensar que mientras habéis llevado a cabo estas conquistas con mil fatigas y padecimientos, yo me apropiaba de ellas sin ningún esfuerzo. Pero ¿quién de vosotros está convencido de haber soportado más fatigas por mí que yo por él? »

Hoy en día algún coordinador de club de baloncesto en Navarra funciona de la misma forma que los supuestos colaboradores de Alejandro el Grande. Alejandro les decía que no había tomado nada para él, el coordinador se apropia en primer lugar cual será el equipo que va a entrenar, por supuesto el mejor, y reparte el resto entre los demás técnicos. Alejandro no podía soportar corruptelas o prevaricaciones, el coordinador opta siempre por su amigote para entregarle el segundo equipo en calidad del club. Alejandro estaba absolutamente en contra de las arbitrariedades, el coordinador se permite hacer y deshacer sin tan siquiera obtener el título de entrenador más básico. Alejandro conquistó con mil fatigas y padecimientos, el coordinador se escapa cuando un padre de un jugador “ataca” verbalmente a su técnico porque su hijo no juega. Alejandro se despertaba el primero, el coordinador ni tan siquiera se digna a acudir a entrenamientos y partidos de sus equipos para controlar su evolución. Alejandro soportó más fatigas que todos sus colaboradores, el coordinador coloca con total desparpajo los asuntos que le cansan al resto de directivos...

Desde luego, pocos coordinadores trabajan en Navarra como el ejemplo descrito. La mayoría ha obtenido el título de entrenador superior, no se queda con el equipo de campanillas del club, no coloca al amigo antes que al competente, se encarga de los padres problemáticos, se presenta en los entrenamientos o encuentros de sus equipos, etc. No obstante, como consejo, hay que procurar trabajar en los clubes en los que el puesto lo ocupa uno de estos, no de aquellos que están encantados de haberse conocido.